DIOS ANTE EL MAL

 
“No existen los lapsos de tiempos puramente buenos, sin los lapsos de mal”.
 

La pregunta de por qué Dios permite el mal y el sufrimiento en este mundo es una de las más difíciles de responder. Si somos sus hijos, ¿no debería querer lo mejor para nosotros? ¿Por qué entonces permitir el sufrimiento si nos ama tanto? La respuesta a esto puede variar según el punto de vista de cada persona y el momento en el que vive. También puede ser que nunca lleguemos a entender el mensaje indirecto detrás del sufrimiento.
 
Lo peor del mal es que, en gran parte, es creado por nosotros mismos. Aunque puedas creer que todo en el mundo es creado para el bien, la verdad es que la maldad humana existe y puede ser extremadamente dañina. Podemos ser como un parásito que contiene venenos, y uno de ellos es el egoísmo.
 
Para un ateo, es común resumir todo en el libre albedrío. Sin embargo, Dios nos dio el poder de elegir para que pudiéramos amar a nuestro prójimo tanto como a nosotros mismos. Pero estamos confundidos: preferimos tener amor propio antes que amor hacia los demás. Una entrega de pizza es más rápida que una ambulancia, sufrimos más por perder nuestro teléfono que a un ser querido, la ropa determina nuestro estatus, la lealtad es escasa y el dinero es más importante que la libertad y la igualdad.
 
El libre albedrío es una parte importante de muchas creencias religiosas, y se dice que nos da la capacidad de elegir entre el bien y el mal. Es cierto que nuestras elecciones y acciones pueden tener un impacto en el mundo que nos rodea y algunas de ellas pueden causar daño a otros. Sin embargo, también es importante recordar que hay muchas personas que trabajan arduamente para hacer el bien en el mundo, ya sea a través de acciones caritativas, esfuerzos políticos o simplemente tratando de ser amables y compasivos en sus relaciones personales.


En cuanto a la pregunta de si realmente creemos en Dios o si es una idea que nos ha sido plantada por la repetición constante de nuestros padres, es cierto que la religión y la fe son transmitidas por la educación y la cultura, pero cada persona tiene la capacidad de elegir y decidir en qué creer y en qué no. Además, la fe no necesariamente tiene que ser en un ser superior, sino en valores, principios o en uno mismo. En mi opinión, es importante comprender que todo lo que nos rodea tiene vida y sensibilidad, y por lo tanto es importante crear empatía y desarrollar el amor hacia nuestro prójimo, así como hacia nosotros mismos.
 
Jefrey Román Pérez (2022).
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